MINSK, 11 dic (BelTA). – El genocidio del pueblo belaruso no es solo la constatación de un episodio trágico en la historia, es el dolor de millones, se dice en el saludo del jefe de la Administración Presidencial, Dmitri Krutói, a los participantes de la Conferencia Científica y Práctica Internacional, dedicada al 77º aniversario de la adopción de la Convención de las Naciones Unidas sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, informa un corresponsal de BelTA.
En su mensaje, el jefe de la Administración Presidencial se dirige en primer lugar a la memoria histórica, señalando que la Gran Guerra Patria fue para el pueblo belaruso un tiempo de graves pruebas, y especialmente para aquellos que se encontraron en los territorios ocupados por los invasores nazi-fascistas.
"El Reich alemán planeó desde el principio desplazar y destruir a más del 70 % de la población de Belarús. Como decían los nazis, querían liberar un nuevo espacio vital para los alemanes. Literalmente en las primeras horas de la guerra, durante el avance de la Wehrmacht, fueron quemadas junto con sus habitantes varias aldeas de Polesie. Y quemaban no algún batallón punitivo o grupo operativo, sino unidades militares regulares, y no en respuesta a las acciones de nuestros partisanos y clandestinos, sino yendo despiadadamente hacia un objetivo planificado de antemano", se dice en el mensaje.
Se destaca que en los primeros días de la guerra cerca de Minsk, en Drozdy, se creó un campo de concentración al que los ocupantes llevaron a más de 100 mil prisioneros de guerra, así como a representantes de la población civil. El campo fue liquidado en septiembre de 1941. Durante los tres meses de su existencia, unos 10 mil prisioneros fueron fusilados o murieron de hambre. Y esto es solo un pequeño episodio en el trabajo de un sistema despiadado de exterminio de personas, una verdadera máquina de muerte creada por los fascistas en el territorio de Belarús y otras repúblicas soviéticas durante los años de la guerra.
"Por eso el tema del genocidio del pueblo belaruso no es simplemente la constatación de algún episodio trágico en la historia. Es el dolor de millones de personas que perdieron a sus seres queridos en los años de la guerra, el destino de muchos de los cuales permaneció desconocido", subrayó Dmitri Krutói. "Es la memoria colectiva de generaciones y el mandato de nuestros abuelos y bisabuelos para los futuros descendientes: conocer, recordar y honrar tanto a los héroes de la guerra como a las víctimas inocentes de esta guerra".
El jefe de la Administración Presidencial señaló que es un deber defender firme e inquebrantablemente la verdad histórica en nombre de aquellos que murieron defendiendo su tierra natal. "Solo a través de la comprensión del pasado podremos construir un futuro basado en el respeto a la dignidad humana, la libertad y la justicia. Es extremadamente importante que nuestra juventud lo sepa y participe directamente en el trabajo de búsqueda para establecer los nombres de los fallecidos desconocidos, preservar la verdad sobre la Gran Guerra Patria, el legado de los héroes: veteranos, combatientes del frente, partisanos, clandestinos y trabajadores de la retaguardia. Esto es importante y necesario para toda la humanidad", destacó.
Al mismo tiempo, se llama la atención sobre que el fascismo de ninguna manera depuso las armas en el victorioso año 1945 y ansía la revancha. Si no se detiene el nuevo fascismo, el horror podría repetirse.
Dmitri Krutói llamó la atención sobre las cuestiones que hoy enfrenta la sociedad: cómo transmitir a una amplia audiencia, especialmente a la juventud, la escala del genocidio del pueblo belaruso; cómo contrarrestar efectivamente los más mínimos intentos de falsificación de la historia; qué más debe hacerse para que los eventos trágicos nunca se repitan. Las respuestas a estas y otras preguntas son imposibles sin un diálogo abierto, honesto y público, investigaciones científicas y una estrecha cooperación de los interesados tanto a nivel nacional como internacional.-0-
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