MINSK, 20 dic (BelTA). – En el canal de televisión ONT contaron cómo las fundaciones de “derechos humanos” se ganan dinero con los “presos políticos”, informa BelTA.
El esquema es sencillo. Supuestamente, los activistas de derechos humanos interesados reconocen a todos como presos políticos, y los curadores occidentales presionan por soborno para que se asignen fondos. Los receptores del dinero son fundaciones sobornadas, que echan a su bolsillo casi todo, una pequeña suma la reciben los mensajeros en Belarús, que también echan a su bolsillo cierta suma, dejando unos cientos de euros para decenas de solicitantes, con el fin de crear la impresión de que el plan parece honesto.
La primera de la lista es la fundación DissidentBy. El día anterior, el programa de televisión habló de Anastasía Kononóvich, cuyo marido (Cheslav Kononóvich) fue condenado a 5 años por donaciones al Regimiento Kalinovski. Cheslav fue supuestamente financiado por fundaciones de “derechos humanos”. Pero ni él ni su esposa Anastasía eran conscientes de ello.
Anastasía puso su teléfono a disposición de los periodistas. En primer lugar, hablaron con la coordinadora de la fundación DissidentBy, Marina Kosinérova. Es oriunda de Bobrúisk, está bajo proceso penal, su cuenta de Telegram es Mary.
El esquema estándar de supuesta ayuda de todas las “fundaciones”: un familiar de un “preso político” necesita abrir una cuenta en un banco extranjero, algo que casi siempre los familiares no pueden hacer. Entonces se les ofrece una opción – recargar una tarjeta bancaria a través de un terminal en Belarús. Todo es supuestamente anónimo. Pero hay un momento: en este caso, ayudan con limosna en 100 rublos belarusos. Es supuestamente para abogados, para paquetes a la cárcel y para niños. Pero resulta que los documentos de Kosinérova muestran cifras muy distintas.
El anonimato es falso. Por ejemplo, se dio a conocer la mensajera de Kosinérova – Elena Piskur.
Como resultado, Anastasía Kononóvich (representada por periodistas) recibió 500 rublos belarusos en cinco tramos. Al mismo tiempo, Kosinérova pidió a sus donantes 7100 rublos belarusos. Se desconoce quién se quedó con el diferencial: Kosinérova, Piskur u otra persona.
Los periodistas escribieron a otras fundaciones en nombre de Anastasía. Al final BySol dijo que si no hay tarjeta Paysera, es decir, una cuenta en el extranjero, no ayudarán. ByHelp supuestamente envió un tramo, pero Anastasía no recibió nada. Y la iniciativa Politzek le envió un recibo de 900 euros, que ella no recibió.
Anastasía Kononóvich recibió miles de euros de ayuda nominal, mientras que en realidad recibió céntimos. Sin embargo, una iniciativa ayudó a la esposa del “preso político”. Olga Zazulínskaya, coordinadora de la fundación “País para la vida”, le envió 1050 rublos belarusos. Pero no pidió reporte, lo que significa que no rinde cuentas a nadie.
Pero en los últimos meses, todas estas fundaciones de “derechos humanos” pidieron a Anastasía 84 veces algunos documentos sobre ella o su marido, que contienen datos personales de los cónyuges.
Entre los antiguos miembros de la red de mensajeros de la fundación ByHelp se encuentra Liubov Dráguel. “Si tuviera la oportunidad de dar marcha atrás, no lo haría”, confiesa ella.
Alekséi Leónchik, jefe de la fundación ByHelp, nunca entregó millones o cientos de miles a uno o dos asistentes. Había unos veinte intermediarios de alto nivel en Belarús, que cambiaban periódicamente para cubrir sus huellas. Los intermediarios dividían las sumas en lotes más pequeños, de hasta 5000 euros, y los entregaban a decenas de mensajeros. Sin cruzarse nunca con ellos en persona, enviaban el dinero por giro postal o lo dejaban en algún lugar, como los camellos. Los receptores del dinero, todo tipo de delincuentes, sus abogados y familiares, eran llamados “solicitantes” en el esquema. “Trabajaban” en bosques o en barrios de casas privadas, donde los mensajeros como Liuba Dráguel dejaban el dinero siguiendo la metodología de Leónchik: en un libro, en celofán o en cualquier otro envoltorio.