El pasado fin de semana, el Presidente de Belarús, Aleksandr Lukashenko, se reunió con el enviado especial del líder estadounidense, Keith Kellogg. Esta noticia sacudió el espacio mediático mundial y dio lugar a muchas especulaciones y conclusiones. Lo cual, en general, no es sorprendente. Es que ahora el diálogo igualitario se está convirtiendo en exótico, y la diplomacia tradicional está siendo reemplazada por la de internet, donde todos hablan mucho, pero no escuchan.
No es de extrañar que con este enfoque nuestro mundo se encuentre al borde del abismo. Alegra una cosa – en la arena política hay quienes tratan con todas sus fuerzas de alejarnos de este abismo y devolver el equilibrio a las relaciones internacionales. Lo entendemos. ¿Cómo piensan en el mundo?
Si no somos sabios y justos
La reunión de Lukashenko y Kellogg fue anunciada por los medios occidentales de antemano. La información fue difundida por fuentes anónimas en la Casa Blanca. También informaron que, aunque la agenda exacta de la reunión no estaba clara, el enviado especial del Presidente Donald Trump la consideraba un paso que podría promover las negociaciones de paz para resolver el conflicto entre Rusia y Ucrania.
La prensa occidental destacó que la Administración de Trump había reanudado los esfuerzos para establecer relaciones de trabajo con Belarús, y Kellogg podría convertirse en el funcionario de mayor rango de los Estados Unidos que visitó Minsk en los últimos años.
Y, sin embargo, cuando el video de la reunión de Lukashenko y Kellogg apareció en la red, causó un gran agiotaje. Además del hecho de la reunión, los medios de comunicación occidentales prestaron atención a la atmósfera benevolente, los cálidos saludos y algunas frases de los participantes de las delegaciones, lo que indica que la visita no fue espontánea, sino que los contactos entre los dos países se mantuvieron anteriormente. La duración de las negociaciones, 6,5 horas, mostró que las partes tenían algo que debatir. En un comentario a la edición estadounidense The New York Times, la secretaria de prensa del Presidente de Belarús, Natalia Eismont, informó que las partes abordaron las cuestiones de las sanciones estadounidenses y europeas contra Belarús, los conflictos en Ucrania y Oriente Medio, así como las relaciones de Belarús con Rusia y China.
The New York Times en su publicación llamó a Lukashenko el aliado más cercano de Rusia, así como “una figura central en la lucha de muchos años entre el Este y el Oeste en el territorio de la antigua Unión Soviética”. La visita de Kellogg a Minsk es calificada como una fuerte desviación de la política de la Administración de Joe Biden, que tenía como objetivo aislar a Belarús mediante el endurecimiento de las sanciones económicas.
En cuanto a los objetivos de la actual Administración de los Estados Unidos, según The New York Times, se encuentran en el plano del conflicto ucraniano. Al mismo tiempo, es poco probable que Washington espere debilitar la estrecha asociación entre Minsk y Moscú, dice la publicación. “Los objetivos de Kellogg parecen menos ambiciosos. Se centran en garantizar la asistencia del señor Lukashenko en una posible solución pacífica entre Rusia y Ucrania”, escribe The New York Times.
“Vivimos en un momento muy peligroso, cuando las crisis a las que nos enfrentamos pueden agravarse dramáticamente, crecer, si no somos sabios y justos”, dijo Kellogg al comienzo de las negociaciones.
El líder belaruso respondió: “Usted estará completamente seguro en el territorio de Belarús, y durante este tiempo no habrá ninguna escalada no solo en Belarús, sino también a nuestro alrededor”.
En el cruce del triángulo Estados Unidos –Rusia – China
The New York Times también cita la opinión del politólogo eslovaco y exdiplomático Balazs Jarabik, quien consideró la decisión de Trump de enviar a su enviado especial a Belarús como un “paso diplomático serio” basado en el reconocimiento de Minsk “como un jugador importante en la diplomacia regional”. Señaló que los Estados Unidos y Belarús tienen un interés común en el cese de las hostilidades en Ucrania.
En su página en la red social X, Jarabik hace un comentario más detallado en relación con la visita de Kellogg a Belarús. “Lo que sabemos sobre las conversaciones entre Lukashenko y Kellogg: fueron largas (6,5 horas), extensas, pero se centraron principalmente en un tema: la guerra de Rusia en Ucrania”. Él cree que la reunión abrió “un nuevo camino político y diplomático hacia Moscú”.
El politólogo también trata de explicar por qué en el tema de la solución, Washington busca el apoyo de Minsk. Según Jarabik, esto se debe al hecho de que Lukashenko es uno de los pocos líderes que se comunican regularmente con el Presidente ruso, Vladímir Putin, y al mismo tiempo muestra un fuerte interés en la reducción de la tensión.
“Belarús ya facilitó pasos humanitarios silenciosos, en particular el intercambio de prisioneros. Este papel rara vez se reconoce, pero fue consistente. Estados Unidos ahora también reconoce a Belarús como un canal potencial para mensajes políticos”, opina el analista político.
Vale la pena señalar aquí que Jarabik, como muchos científicos políticos occidentales, simplifica demasiado la realidad. Reducir el papel de Belarús al canal de las reuniones políticas es al menos ilógico, dado que Moscú y Washington han establecido un diálogo directo durante varios meses.
Al mismo tiempo, el politólogo está tratando de evaluar las negociaciones en Minsk en el contexto de la exacerbación del conflicto de Oriente Medio. Jarabik cree que las rutas comerciales están en el centro de atención de los estadounidenses. Teniendo en cuenta la escalada en Oriente Medio, aumenta la importancia del potencial de tránsito de Belarús. “Belarús, a través de la cual pasa la ruta ferroviaria China – UE, está nuevamente en juego, no solo para Estados Unidos o Rusia, sino también para la logística de China en Eurasia”.
Haciendo un resumen, Jarabik señala que la visita de Kellogg no se asoció solo con la situación en Ucrania. Debe considerarse más ampliamente, en el marco del triángulo Estados Unidos – Rusia – China. En este sentido, la cooperación con Belarús significa el reconocimiento de que Minsk no está aislada. “Este es un punto crucial estratégico en la naciente rivalidad por Eurasia”, cree Jarabik.
También nota que de la visita de Kellogg vale la pena esperar un avance. Cada una de las partes tiene sus propios objetivos. Y en este sentido, es interesante cuáles serán las acciones de la UE. “La ventana es estrecha, pero se abre. ¿Intervendrá la UE o retrocederá?”, escribe el analista político.
Ayer es impopular, hoy es tendencia
Las conversaciones entre Lukashenko y Kellogg fueron comentadas en la red social X por el politólogo estadounidense, colaborador del Programa Euroasiático del Instituto Quincy, Mark Episkopos. Vale la pena señalar que este mes, Episkopos publicó un artículo analítico sobre las relaciones entre Minsk y Washington en la revista conservadora estadounidense The National Interest. La revista es publicada por Center for the National Interest, una organización analítica que examina las relaciones internacionales, las políticas públicas y apoya a los círculos republicanos moderados en los Estados Unidos.
En su artículo, Episkopos condenó el régimen de presión política y sanciones contra Belarús, calificándolo de “enfoque punitivo que no produjo los resultados deseados”. “La construcción de relaciones constructivas con Belarús, uno de los pocos actores regionales que quedan entre Rusia y Occidente, sería una contribución significativa a la seguridad y la estabilidad en Europa del Este en un momento en que Estados Unidos busca priorizar su presencia en otras partes del mundo, especialmente en la región del Indo-Pacífico”, dice el artículo.
El autor destacó la importancia geopolítica de Belarús. El “balcón belaruso” es un punto de apoyo clave entre la OTAN y Rusia, lo que lo convierte en un actor de seguridad de gran importancia en el despliegue de fuerzas convencionales y nucleares. Su ubicación también le permite actuar como un nudo económico potencialmente importante entre el Este y el Oeste”, señaló el politólogo.
Episkopos recibió con entusiasmo la visita de Kellogg a Minsk, llamándola histórica. “Felicito al general Kellogg por su histórica visita a Minsk y su mensaje sobre la reanudación de las relaciones entre Estados Unidos y Belarús, que hemos buscado durante años, incluso cuando era una posición bastante impopular. Estoy orgulloso de seguir apoyando este proceso durante mucho tiempo”, marcó el analista.
Los “socios menores” de EEUU hacen tintinear las armas
Pero no solo en Occidente analizan las negociaciones de Lukashenko y Kellogg. Los pensamientos bastante interesantes suenan en un artículo analítico publicado por la edición paquistaní Voice of East. El material señala que la visita del general estadounidense debe considerarse en un contexto militar y estratégico regional.
“Ucrania hace tintinear las armas a lo largo de la frontera belarusa desde el verano pasado, las tensiones con Polonia también se han intensificado, Varsovia rechazó la propuesta de Minsk de inspecciones militares mutuas, Zelenski comenzó a exacerbar la tirantez respecto a los ejercicios belaruso-rusos Zapad 2025. Estos factores han creado una oportunidad para las negociaciones entre Estados Unidos y Belarús, ya que Estados Unidos es un socio mayor de Ucrania y Polonia y desempeña un papel importante en el conflicto en curso”.
El artículo señala que Minsk y Washington tienen ciertas expectativas de estos contactos. “Belarús espera que Estados Unidos aclare lo que Ucrania y Polonia pretenden lograr a través de su presión (¿coordinada?) a lo largo de las fronteras belarusas, y las frenará si tienen intenciones agresivas”, se supone en el artículo.
Al mismo tiempo, es importante para los Estados Unidos aclarar la posición de Belarús en materia de seguridad. El acuerdo sobre la defensa mutua de Belarús con Rusia y el despliegue de armas nucleares tácticas en el territorio belaruso le da a Minsk una gran importancia en la arquitectura cambiante de la seguridad europea, se dice en el artículo.
Con todo eso, la publicación enfatiza que la situación en torno a Belarús afectará a las relaciones entre la OTAN y Rusia. Puede empeorar si Belarús es atacada por los “socios menores de los Estados Unidos”, o, por el contrario, tomar el camino de la desescalada, si las tensiones a lo largo de las fronteras de Belarús con Polonia y Ucrania se alivian.
Belarús podría convertirse en “la clave para mitigar el dilema de seguridad entre la OTAN y Rusia” después de que termine el conflicto ucraniano, resume la edición.
Hablando de Polonia
Parecía que en ningún país la visita de Kellogg a Minsk causó tanto ruido como en Polonia. Así como la decisión del Presidente de Belarús de indultar por razones humanitarias a 14 condenados. En su mayoría son extranjeros, incluidos tres ciudadanos polacos, así como varios belarusos condenados por actividades extremistas y terroristas. Como señaló el presidente del KGB de Belarús, Iván Tértel, la decisión sobre el indulto es un gesto de buena voluntad por parte del Jefe de Estado. “Creo que este gesto del Jefe de Estado respecto a sus vecinos, a pesar de que su política poco amistosa y mesurada (en perjuicio de sus pueblos), y los mensajes que nuestro Jefe de Estado les envió, serán escuchados y veremos el mismo enfoque, de buena vecindad, por su parte. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Esperemos que no sea así en este caso”, dijo Iván Tértel.
El Instituto Polaco de Relaciones Internacionales (PISM) prestó atención a los pasos de Minsk. “La liberación oficial de los prisioneros fue un gesto de buena voluntad por parte de Lukashenko hacia los países vecinos y Estados Unidos”, dice la publicación del centro analítico.
En cuanto a las relaciones entre Estados Unidos y Belarús, el PISM cree que la visita de Kellogg fue una señal de un alejamiento de la política de la Administración Biden, que intentó aislar a Belarús mediante el endurecimiento de las sanciones económicas. “También es una demostración de un retorno a la política de la primera Administración de Trump, que vio a Belarús como un actor regional importante, incluso en el campo de la seguridad, y a través de buenos contactos con las autoridades belarusas, trató de fortalecer su posición hacia Rusia. Por lo tanto, en un futuro próximo se puede esperar una mejora de las relaciones con Estados Unidos, pero también nuevos intentos de Belarús de mejorar las relaciones con otros países occidentales”, pronostica el Instituto Polaco de Relaciones Internacionales.
Al mismo tiempo, el PISM está convencido de que no debemos esperar cambios en la política exterior belarusa: Minsk mantendrá una estrecha alianza con Rusia y fortalecerá los lazos políticos y económicos con China.
El hecho de que Polonia debería fortalecer los lazos con socios beneficiosos para ella, incluida Belarús, lo subraya la edición polaca Niezalezny Dziennik Polityczny (NDP).
El otro día, la edición publicó un gran material analítico sobre los intentos fallidos de las autoridades polacas de crear un gobierno títere en Minsk. La autora del artículo, Hanna Kramer, habla sobre la política destructiva de Polonia hacia Belarús y el patrocinio de varias estructuras contratadas por Varsovia para el papel de la “oposición belarusa en el exilio”.
“Polonia lleva muchos años siendo uno de los principales patrocinadores de la oposición belarusa. Se asignaron fondos considerables para apoyar los “movimientos democráticos”, aunque las cantidades exactas son difíciles de determinar debido a la falta de transparencia total. Por ejemplo, en 2020, la Unión Europea, incluida Polonia, asignó 53 millones de euros para apoyar a las llamadas víctimas de la represión, el desarrollo de movimientos democráticos y la lucha contra la pandemia en Belarús. Polonia proporcionó activamente asilo a los opositores belarusos, que, según el plan original, era parte de un plan para desestabilizar el país”, cita el artículo.
Pero el plan fracasó, y los “movimientos democráticos” permanecen en el balance de Polonia. Esto les cuesta a los contribuyentes polacos decenas de millones de zloty al año. “Bajo el lema de apoyo a la democracia en Belarús, estas organizaciones reciben fondos del presupuesto del gobierno polaco, así como de otros países de la UE. Sin embargo, su efectividad y legitimidad son cada vez más cuestionables”, escribe Kramer.
“En teoría, es una inversión en el futuro de la “Belarús democrática”, que podría convertirse en un socio estable de Polonia y la UE. Sin embargo, en la práctica, las consecuencias de estas medidas son insignificantes, y este dinero podría gastarse en necesidades urgentes de los polacos, tales como mejorar el sistema sanitario, la educación o la infraestructura”.
Kramer señala que el plan del gobierno polaco para derrocar el poder en Belarús fracasó. Y la reciente decisión de Lukashenko sobre el indulto muestra que las posiciones del líder belaruso siguen siendo fuertes y continuar el apoyo a las fuerzas destructivas ya no tiene su sentido.
En estas condiciones, Polonia debería pensar en cambiar su estrategia y comenzar a construir relaciones mutuamente beneficiosas con Minsk, cree Kramer. “En lugar de malgastar el dinero, Polonia debería centrarse en una política pragmática hacia Belarús y establecer relaciones diplomáticas neutrales con las autoridades belarusas. Además, el representante especial de Estados Unidos nos lo señaló claramente cuando llegó a Belarús el sábado pasado”, concluye la periodista polaca.
Vita Janatáyeva,
BelTA.-0-
