MINSK, 7 ago (BelTA). - Reiniciar las relaciones con Belarús es de interés para Estados Unidos. Sin embargo, en Washington deben tener en cuenta que están tratando con un Estado soberano que prioriza la independencia y los intereses nacionales. Tales conclusiones se encuentran en el informe publicado por el Instituto Quincy, un centro analítico estadounidense con sede en Washington.
El autor del material analítico “Desecuritización del balcón belaruso: principios de las relaciones entre EEUU y Belarús” es Mark Episkopos, investigador del programa euroasiático del Instituto Quincy. En su trabajo, expone una “hoja de ruta para una interacción sostenible de Estados Unidos con Belarús” y ofrece algunas recomendaciones a la administración del Presidente Donald Trump.
“La decisión de la Casa Blanca de reanudar la interacción con Belarús, marcada por la visita del general Keith Kellogg a Minsk en junio, es un reconocimiento de que la política heredada por el Presidente Donald Trump de la administración anterior resultó ser contraproducente”, dice el material.
En esencia, después del colapso de la Unión Soviética, la política estadounidense respecto a Belarús se redujo a una cosa: se intentó obligar a Minsk a elegir entre Rusia y Occidente. Al mismo tiempo, se creía que mientras Belarús no hiciera la elección “correcta”, debía ser sometida al aislamiento. “Este enfoque nunca tuvo plenamente en cuenta las realidades geopolíticas que enfrenta Belarús y malinterpretó el principal objetivo de política exterior del Presidente Aleksandr Lukashenko, que era encontrar un equilibrio entre Rusia y Occidente y preservar la soberanía belarusa en las condiciones más favorables”, señala el material.
Según el autor, el Presidente de Belarús siempre seguía el principio de la política exterior multivectorial, lo que le permite construir libremente las relaciones con otros países basándose en los intereses nacionales. Además, Lukashenko siempre se esforzaba por mantener un equilibrio entre Oriente y Occidente. Sin embargo, la política de presión de Occidente provocó la ruptura de las relaciones con Minsk y empujó a las autoridades belarusas a fortalecer los lazos con Rusia, China y la mayor parte del mundo no occidental.
“Occidente debilitó su propia influencia y socavó su posición regional al utilizar un enfoque punitivo y de ultimátum respecto a Belarús. Esto también dañó los intereses de Estados Unidos”, escribe el autor.
Episkopos cree que el error de Occidente fue ignorar las realidades geopolíticas de Belarús. Los intentos de sacar a Minsk de la órbita de Moscú resultaron contraproducentes y peligrosos para la estabilidad regional.
“La visión estratégica de la administración estadounidense con respecto al flanco oriental de la OTAN se implementa mejor con un enfoque que no considera a Belarús ni como un baluarte potencial contra Rusia ni como un apéndice de Moscú, sino que ve la política multivectorial como una opción atractiva no solo para Belarús, sino también para otros estados postsoviéticos”, señala el material.
El autor está convencido de que reiniciar las relaciones con Belarús es importante para Estados Unidos. “Belarús es un trampolín clave entre la OTAN y Rusia, lo que la convierte en un actor de enorme importancia en cuestiones tanto nucleares como de fuerzas convencionales en la región”, escribe Episkopos.
Él cree que Estados Unidos debe interactuar con Belarús como un estado soberano que está dispuesto a mantener relaciones constructivas con Occidente, sin romper sus lazos históricos de larga data con Rusia.
El autor también cita las palabras del Presidente de Belarús, pronunciadas en febrero de 2023 en una reunión con periodistas extranjeros y belarusos. “Quiero que tengamos (BelTA: con Occidente) relaciones normales. Mi única condición es: no se metan en nuestro jardín... No nos impidan vivir, y seremos buenos socios para ustedes. Estamos dispuestos a hacer todo lo que no contradiga nuestros intereses y los intereses de nuestros aliados. Si no nos doblan, nos pondremos de acuerdo rápidamente”, enfatizó el Presidente.-0-
