LA HABANA, 3 dic (BelTA - Prensa Latina) - La tiradora guatemalteca
Adriana Ruano conquistó en París 2024 la primera medalla de oro de su
país en la historia de los Juegos Olímpicos y con su hazaña gana espacio
hoy entre los mejores deportistas del año.
Por Boris Luis Cabrera.
Desde su infancia el deporte fue su refugio y pasión, incursionando en varias disciplinas, pero el destino, con su caprichosa mano, la llevó a descubrir el tiro deportivo, donde halló su verdadero propósito.
Bailarina desde pequeña, Ruano comenzó a destacarse en la gimnasia artística al punto de formar parte de la selección nacional con apenas ocho años de edad, hasta que una lesión en la columna le impidió participar en los clasificatorios para los Juegos Olímpicos de Londres 2012, hecho que marcó un cambio significativo en su carrera deportiva.
Perseverante, la mujer que con el tiempo se convertiría en licenciada en nutrición y haría una maestría en nutrición deportiva, comenzó a practicar tiro con armas de caza, una disciplina que se ajustaba a sus nuevas condiciones físicas y que jamás imaginó que le abriría las puertas a la gloria olímpica.
En 2018, a pesar de sufrir la pérdida de su padre un mes antes del evento, logró clasificar a la cita estival de Tokio 2020 en la prueba de fosa individual, obteniendo el lugar 26, para posicionarse ese año como la mejor latinoamericana en el ranking mundial.
En la capital francesa dejó inscrito su nombre en los anales de la historia al establecer un récord olímpico derribando 45 de 50 platos y situar a Guatemala en boca de millones.
Su hazaña en la Ciudad de la Luz no solo llenó de orgullo a su nación, sino que también encendió una llama de esperanza en el corazón de muchos y demostró que, con humildad y tenacidad, incluso ante las adversidades, los sueños pueden convertirse en realidad.
Tras su victoria en París, Ruano, de 29 años, fue condecorada con el Gran Collar de la Orden del Soberano Congreso Nacional, reconocimiento que simboliza no solo su éxito deportivo, sino también su compromiso con su tierra natal.
En su discurso de aceptación, instó a los legisladores a trabajar para que vivir en Guatemala sea un sueño para cada niño, reflejando su deseo de ver un país más justo y con más oportunidades.
Su éxito trasciende lo deportivo y se ha convertido en un símbolo de perseverancia y dedicación para muchos jóvenes deportistas en Guatemala y América Latina.
Adriano Ruano ya es fuente de inspiración y su llamado a la acción para mejorar su país demuestra que el deporte es una herramienta poderosa para generar cambios positivos en la sociedad.
Por Boris Luis Cabrera.
Desde su infancia el deporte fue su refugio y pasión, incursionando en varias disciplinas, pero el destino, con su caprichosa mano, la llevó a descubrir el tiro deportivo, donde halló su verdadero propósito.
Bailarina desde pequeña, Ruano comenzó a destacarse en la gimnasia artística al punto de formar parte de la selección nacional con apenas ocho años de edad, hasta que una lesión en la columna le impidió participar en los clasificatorios para los Juegos Olímpicos de Londres 2012, hecho que marcó un cambio significativo en su carrera deportiva.
Perseverante, la mujer que con el tiempo se convertiría en licenciada en nutrición y haría una maestría en nutrición deportiva, comenzó a practicar tiro con armas de caza, una disciplina que se ajustaba a sus nuevas condiciones físicas y que jamás imaginó que le abriría las puertas a la gloria olímpica.
En 2018, a pesar de sufrir la pérdida de su padre un mes antes del evento, logró clasificar a la cita estival de Tokio 2020 en la prueba de fosa individual, obteniendo el lugar 26, para posicionarse ese año como la mejor latinoamericana en el ranking mundial.
En la capital francesa dejó inscrito su nombre en los anales de la historia al establecer un récord olímpico derribando 45 de 50 platos y situar a Guatemala en boca de millones.
Su hazaña en la Ciudad de la Luz no solo llenó de orgullo a su nación, sino que también encendió una llama de esperanza en el corazón de muchos y demostró que, con humildad y tenacidad, incluso ante las adversidades, los sueños pueden convertirse en realidad.
Tras su victoria en París, Ruano, de 29 años, fue condecorada con el Gran Collar de la Orden del Soberano Congreso Nacional, reconocimiento que simboliza no solo su éxito deportivo, sino también su compromiso con su tierra natal.
En su discurso de aceptación, instó a los legisladores a trabajar para que vivir en Guatemala sea un sueño para cada niño, reflejando su deseo de ver un país más justo y con más oportunidades.
Su éxito trasciende lo deportivo y se ha convertido en un símbolo de perseverancia y dedicación para muchos jóvenes deportistas en Guatemala y América Latina.
Adriano Ruano ya es fuente de inspiración y su llamado a la acción para mejorar su país demuestra que el deporte es una herramienta poderosa para generar cambios positivos en la sociedad.