CIUDAD DE MÉXICO, 13 dic (BelTA - Prensa Latina) - Peregrinos de todos los
rincones de México e incluso de más allá de sus fronteras acudieron a la
Basílica de la Virgen de Guadalupe para agradecer, honrar o pedir
milagros a la patrona de la nación.
En una tradición católica, pero vinculada especialmente a la identidad del país, millones de fieles demostraron devoción a la “Morenita” al cumplirse 493 años de su aparición en el capitalino cerro de Tepeyac, según las historias contadas por generaciones.
Con imágenes de la Virgen, avanzando de rodillas o sosteniendo niños en sus brazos, hombres y mujeres de todas las edades visitaron no solamente el templo, sino la antigua Basílica y la capilla del lugar donde supuestamente se presentó hace casi cinco siglos la también patrona de América Latina. Acompañado por su nieto, Artemio Martínez viajó desde el estado de Veracruz, a unos 400 kilómetros de esta capital, para llegar al recinto, considerado el segundo centro católico más visitado a nivel mundial, luego de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano.
José Edmundo Cortés, mientras tanto, contó a Prensa Latina de su recorrido desde Puebla, otra entidad federativa de la nación, con el propósito de celebrar a la Virgen, por ser el “día de su santo” y porque su familia “le debe mucho a sus milagros”.
“Lo que le pedimos, nos lo da. Le pedimos que nos componga a nuestros familiares y que estén bien y que nos dé fuerzas para trabajar al campo”, dijo.
Un poco más adelante, algunas personas se inclinaban sobre una fuente, tomaban agua para mojar su cuerpo o el de figuras de santos y lanzaban monedas.
“Comúnmente la gente aquí pide un deseo, lo que le quieran pedir a la Virgen, y le avientan una monedita, donde caiga no importa, ni su valor”, explicó Viri, una joven que anhela de la “Morenita” el cuidado para su esposo, sus hijos y el resto de sus familiares.
Para Telésforo Hernández, nacido en el occidental estado de Jalisco pero residente en Los Ángeles, Estados Unidos, la concurrencia de tantas personas en la Basílica, tanto de México como de otros países resulta una señal de la universalidad de la Virgen de Guadalupe.
La peruana Juliana Berrocal, una doctora que asistirá mañana a un congreso en la urbe, le da la razón. Ha sido, relata, una experiencia sorprendente, que une cultura, devoción y fe.
Según la tradición oral, en el lejano año de 1531, María, madre de Jesús, se apareció en varias ocasiones al indígena Juan Diego en el cerro del Tepeyac, y le pidió que solicitara al obispo Juan de Zumárraga la construcción de un templo en su honor.
Ante las dudas de este, Juan Diego llevó flores del Tepeyac en su ayate (tela) y al desplegarlo se reveló la imagen de la Virgen, interpretada como mestiza.
El Día de la Virgen de Guadalupe se celebra no solamente en la capitalina alcaldía Gustavo A. Madero, donde se encuentra la Basílica, sino que su estela de esperanza y gratitud atraviesa todo el territorio de México, en un mensaje incuestionable de identidad nacional.
En una tradición católica, pero vinculada especialmente a la identidad del país, millones de fieles demostraron devoción a la “Morenita” al cumplirse 493 años de su aparición en el capitalino cerro de Tepeyac, según las historias contadas por generaciones.
Con imágenes de la Virgen, avanzando de rodillas o sosteniendo niños en sus brazos, hombres y mujeres de todas las edades visitaron no solamente el templo, sino la antigua Basílica y la capilla del lugar donde supuestamente se presentó hace casi cinco siglos la también patrona de América Latina. Acompañado por su nieto, Artemio Martínez viajó desde el estado de Veracruz, a unos 400 kilómetros de esta capital, para llegar al recinto, considerado el segundo centro católico más visitado a nivel mundial, luego de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano.
José Edmundo Cortés, mientras tanto, contó a Prensa Latina de su recorrido desde Puebla, otra entidad federativa de la nación, con el propósito de celebrar a la Virgen, por ser el “día de su santo” y porque su familia “le debe mucho a sus milagros”.
“Lo que le pedimos, nos lo da. Le pedimos que nos componga a nuestros familiares y que estén bien y que nos dé fuerzas para trabajar al campo”, dijo.
Un poco más adelante, algunas personas se inclinaban sobre una fuente, tomaban agua para mojar su cuerpo o el de figuras de santos y lanzaban monedas.
“Comúnmente la gente aquí pide un deseo, lo que le quieran pedir a la Virgen, y le avientan una monedita, donde caiga no importa, ni su valor”, explicó Viri, una joven que anhela de la “Morenita” el cuidado para su esposo, sus hijos y el resto de sus familiares.
Para Telésforo Hernández, nacido en el occidental estado de Jalisco pero residente en Los Ángeles, Estados Unidos, la concurrencia de tantas personas en la Basílica, tanto de México como de otros países resulta una señal de la universalidad de la Virgen de Guadalupe.
La peruana Juliana Berrocal, una doctora que asistirá mañana a un congreso en la urbe, le da la razón. Ha sido, relata, una experiencia sorprendente, que une cultura, devoción y fe.
Según la tradición oral, en el lejano año de 1531, María, madre de Jesús, se apareció en varias ocasiones al indígena Juan Diego en el cerro del Tepeyac, y le pidió que solicitara al obispo Juan de Zumárraga la construcción de un templo en su honor.
Ante las dudas de este, Juan Diego llevó flores del Tepeyac en su ayate (tela) y al desplegarlo se reveló la imagen de la Virgen, interpretada como mestiza.
El Día de la Virgen de Guadalupe se celebra no solamente en la capitalina alcaldía Gustavo A. Madero, donde se encuentra la Basílica, sino que su estela de esperanza y gratitud atraviesa todo el territorio de México, en un mensaje incuestionable de identidad nacional.