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El Día del Ejército Polaco, como siempre, se convirtió en una ocasión para que los principales políticos se mostraran y las élites del área del Vístula hicieran gestos inútiles. Declaraciones sensacionales, arraigo de la rusofobia y desestimación de las propuestas de negociación. ¿A dónde conduce tal política? ¿Existen posibilidades de reanudar el diálogo de Varsovia con Minsk y Moscú?
El viernes en Varsovia tuvieron lugar las celebraciones con motivo del Día del Ejército Polaco con la participación de las más altas personalidades, entre ellas el Presidente, Karol Nawrocki, el primer ministro, Donald Tusk, el Mariscal del Sejm, Szymon Holownia, y el vice primer ministro, ministro de Defensa Nacional, Wladyslaw Kosiniak-Kamysz, así como los principales comandantes militares, incluido el jefe del Estado Mayor General de Francia, general Thierry Burkhard. El punto culminante de la celebración fue el desfile con la participación de más de 4 mil soldados.
En su discurso previo al desfile, el Presidente subrayó que en el ámbito de las tareas aliadas y de la ampliación de las fuerzas armadas "todos debemos estar juntos no solo por años, sino por décadas". Dirigiéndose al jefe de Gobierno, anunció que procuraría firmar un compromiso suprapolítico entre el Presidente y el primer ministro.
Al mismo tiempo anunció la lucha por aumentar los gastos de defensa hasta el 5 % del PIB, así como aseguró que se esforzará para que el ejército polaco sea el más fuerte de la OTAN en Europa. Por supuesto, no faltaron las menciones a las "amenazas de parte de Rusia y Belarús", que supuestamente representan un enorme peligro para Polonia. El conjunto de estas absurdidades resulta realmente sorprendente. Lo cual, sin embargo, no es de extrañar, si se observa, por ejemplo, la composición del gabinete de Nawrocki. Jefe de la Oficina de Seguridad Nacional se convirtió Slawomir Cenckiewicz, uno de los rusófobos más conocidos. La elección de Cenckiewicz provocó reacciones extremas, pero no por su enfermiza rusofobia. La decisión de Nawrocki fue aprobada principalmente por los políticos de PiS. Entre los representantes del campo gobernante Cenckiewicz suscitó polémicas.
"Cenckiewicz debe convertirse en jefe del BBN presidencial. Un hombre perseguido por la fiscalía, hombre que revelaba planes operativos secretos del ejército polaco. Los militares estarán "encantados" con esta elección. Los rusos, por cierto, también", comenta el diputado de la Plataforma Cívica, Robert Kropiwnicki, recordando que en mayo de este año Cenckiewicz fue acusado por la fiscalía por desclasificar fragmentos del plan de defensa de Polonia Warta.
Tusk, por su parte, en el Día del Ejército Polaco visitó la unidad especial de élite GROM, donde, dirigiéndose a los soldados, subrayó que en el mundo moderno son respetados los países fuertes, y gracias a ellos Polonia pertenece a este grupo. Enfatizó que los soldados son el principal pilar de la seguridad. "Gracias a ustedes Polonia está segura, preparada para vencer en cualquier situación complicada", afirmó el jefe de Gobierno.
En Varsovia cada vez surgen más rumores sobre la mala salud de Donald Tusk, razón por la cual supuestamente evita grandes celebraciones. Sin embargo, el cargo que ocupa no le permite rechazar por completo la participación en este tipo de eventos. Al mismo tiempo, como sucesor de Tusk se menciona a Radoslaw Sikorski. Teniendo en cuenta que Sikorski ocupa los cargos tanto de vice primer ministro como de ministro de Asuntos Exteriores (lo cual es raro en Polonia), esto tiene cierta justificación.
Pero, ¿será esto bueno para los intereses de Polonia, teniendo en cuenta que Sikorski es otro político polaco cegado por la rusofobia?
Belarús propuso a Polonia celebrar negociaciones sobre cuestiones de seguridad, según informó el jefe del Departamento de Cooperación Militar Internacional, asistente del ministro de Defensa de Belarús en cooperación militar internacional, Valeri Revenko. "Sin embargo, transcurrido un mes, de la parte polaca se recibió solo una respuesta formal, que no implica la reanudación de las relaciones de buena vecindad con nuestro Estado. Testifica que Varsovia sigue incondicionalmente las indicaciones de aquellos a quienes conviene desatar un nuevo conflicto militar en Europa, cuyo escenario pueden ser tanto la República de Belarús como la República de Polonia. Solo de la decisión de la dirigencia político-militar de la República de Polonia depende si entrará en la historia como un Estado que no logró impedir una nueva guerra en Europa, o como un país que utilizó métodos diplomáticos para resolver las contradicciones existentes y así aportó una contribución significativa al fortalecimiento de la seguridad paneuropea", señaló Revenko.
El representante del Ministerio de Defensa de Belarús instó al Gobierno polaco a "elegir en favor de la seguridad, la convivencia pacífica y la cooperación". Declaró la disposición de volver a los acuerdos anteriores o ampliar el espectro de medidas que contribuyan a la transparencia y la confianza. Sin embargo, la respuesta de Polonia demuestra que en la situación política actual tales propuestas no tienen posibilidades de realizarse.
Polonia rechazó categóricamente la propuesta de Belarús de reanudar el diálogo sobre cuestiones de seguridad en la región. En respuesta a la nota de Minsk, que contenía la advertencia sobre "una nueva guerra en Europa", el Ministerio de Asuntos Exteriores subrayó que excluye la posibilidad de iniciar negociaciones.
Pocos días después de que el ministro de Asuntos Exteriores de Polonia, Radoslaw Sikorski, ignorara la propuesta de Belarús de entablar negociaciones, el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, llamó a Aleksandr Lukashenko y propuso llevar a cabo conversaciones diplomáticas. La propuesta fue aceptada por el Presidente de Belarús, además, Trump fue invitado a Minsk y aceptó esta invitación.
La diplomacia polaca una vez más demostró que no existe.
El político polaco Janusz Korwin-Mikke comentó esta situación de la siguiente manera: "Radoslaw Sikorski hace poco rechazó categóricamente la posibilidad de establecer relaciones con Belarús, y ayer criticó sin pensarlo la reunión en Alaska. Este hombre nunca debió ser ministro".
Adam Wielomski, comentarista político, describió este fenómeno de manera más amplia, refiriéndose a la política proestadounidense: "La geopolítica de PiS se desmorona ante nuestros ojos. Ya no es posible apoyarse en EEUU contra Rusia y en oposición a la Unión Europea. Hoy el bastión de los sentimientos antirrusos son Berlín, París y Londres. Hay que reconciliarse con Rusia o apoyar la federación de Europa, en definitiva, con un ejército común".
Sin embargo, con el actual estado de rusofobia y propaganda en Polonia, la reconciliación con Rusia y Belarús es imposible. La rusofobia se ha arraigado mucho más de lo que suponían los propios creadores de este proyecto. Polonia pierde la oportunidad de convertirse en un puente entre Oriente y Occidente. Belarús, en cambio, utiliza perfectamente su oportunidad histórica, apostando por el diálogo y la cooperación.
Tomasz SZMYDT.-0-
