Proyectos
Órganos estatales
Flag Sábado, 26 Abril 2025
Todas las noticias
Todas las noticias
Sociedad
11 Abril 2025, 17:46

Acoso escolar, barrera lingüística y altos precios. Historias de los belarusos sobre la educación en el extranjero

MINSK, 11 abr (BelTA). - En la película "Dificultades de la traducción", emitida por el canal de televisión STV, los belarusos que vivieron en Europa durante algún tiempo contaron cómo es realmente el sistema educativo allí, informa BelTA.

"Los polacos trataban a belarusos y ucranianos con poca amabilidad"

María Jarlánova se graduó en 2020 en una escuela belarusa e inmediatamente se trasladó a Polonia para estudiar en la Universidad Lazarski, especializándose en marketing digital. Al trasladarse, la joven no tenía ni 18 años. La debía recibir una chica, pero María no tenía contactos, solo una foto. Antes de matricularse, la belarusa tuvo que hacer un test de idioma por Internet. Como resultado, le dijeron que su nivel no alcanzaba el necesario, pero podía compensarlo con clases de pago obligatorias.

"Me enfrenté al problema de la mentalidad: los polacos trataban a los belarusos y ucranianos con poca amabilidad. Resulta frustrante. Me di cuenta: ¿para qué he venido aquí?, no soy bienvenida... ¿De qué tipo de educación estamos hablando, si yo me llevo, digamos, al límite moralmente?", explicó.
Al final del primer semestre, María tuvo problemas con el examen. A la chica le aseguraron que no la expulsarían por ello, pero después de volver a examinarse, hubo que pagar extra por el curso de clases de la asignatura con la que había problemas. "Puedes hacerlo hasta que apruebes", añadió.

También surgieron problemas con el pago de las tasas. Los padres de María supusieron que el precio que les cobraron era para todo el curso, pero se reveló que solo era para un semestre. Ellos "se asombraron mucho porque no tenían esa cantidad disponible". Por un semestre y medio tuvieron que pagar unos 5000 euros.

Además, al terminar la universidad es necesario aprobar inglés a un nivel alto. Es imposible obtener un diploma sin ello. Este hecho preocupaba a María. Teniendo todo esto en cuenta, la belarusa tomó la decisión de volver a casa.

"Para los polacos todos somos ucranianos. Todos los que hablan ruso"

Natalia Gavrilenko se fue a Polonia a ganar dinero con su familia. Se vieron obligados a llevarse a su hija, a la que no tenían con quien dejar. Al principio, la familia vivía en un albergue. El marido de Natalia intentó encontrar trabajo, pero le engañaron. Para la mujer fue difícil porque desconocía las leyes polacas y su lengua. La hija de Natalia tenía dificultades en la escuela y también sufría acoso escolar. Pero, como resultó después, la situación de acoso podría haber sido incluso peor en otras escuelas.
"Para los polacos todos somos ucranianos. Todos los que hablan ruso. No distinguen entre belarusos y ucranianos", afirmó Natalia Gavrilenko.

La hija de Natalia fue intimidada, y sus padres no pudieron hacer nada al respecto. Era inútil quejarse, porque la administración se puso del lado de los niños polacos. "De todos modos, nadie defendió a nuestros hijos", agregó.

A la hora de matricularse, Natalia pensó en una carrera de medicina para su hija. Resultó que las tasas de matrícula por un año superaban los 10 mil euros. Además, hubo quejas sobre la calidad de la enseñanza. Según Natalia, algunos ucranianos llevaron a sus hijos de vuelta a Ucrania para que estudiaran allí a pesar de las hostilidades en el país.

Al cabo de un tiempo, la mujer decidió abandonar Polonia y regresar a su patria. "No encontré ninguna ocupación para mí allí. Pasar días sentada mirando la tele o el teléfono no es lo mío. Y aquí está mi hogar, mis amigos", aclaró Natalia Gavrilenko.

Era imposible conseguir un trabajo legal, y los empleadores engañaban

Anastasía Vaschilko estudió en la Universidad de Vilna, especializándose en política y economía mundial. Según la joven, hacia 2017, la Universidad tuvo problemas con la acreditación. "Según ciertos criterios, el sistema educativo lituano estima que la Universidad no cumple los requisitos. Cuando ocurre un problema así, muchos inversores pueden mostrarse poco dispuestos a invertir en ti", detalló la chica, añadiendo que después de eso el coste de la educación para ella se duplicó.
El alojamiento en una residencia costaba unos 70 euros al mes. Por la misma cantidad costaba también la comida. Anastasía señaló que no contaba con dinero suficiente para el alojamiento y tenía que comprar comida barata y no de la mejor calidad. Más tarde, la belarusa encontró la posibilidad de ganar dinero, pero al principio fue imposible conseguir un trabajo legal. Anastasía trabajó, entre otras cosas, en el hotel y en la recogida de fresas. Dado que se veía obligada a trabajar ilegalmente, los empleadores podían mentir sobre el salario real y pagarle menos de lo previsto.

Cuando se estaba construyendo una central nuclear en Belarús, Anastasía y otros estudiantes fueron invitados a una mesa redonda en la que criticaron al Estado belaruso por su decisión de construir dicha central. Anastasía destacó que los lituanos tienen su propia central nuclear, pero ella no funciona. "No cumple las normas del estándar europeo, y es muy caro reequiparla. Quizá les gustaría (restaurar su propia central nuclear - nota de BelTA), pero es costoso", comentó.

Al final, Anastasía regresó a Belarús, donde se matriculó en el departamento de enseñanza por correspondencia de una de las universidades. "Allí (en Lituania - nota de BelTA) no conseguí nada, era "mediocre". Me faltaban algunas habilidades. Creo que aquí habría tenido éxito porque puedo comunicar fácilmente", opinó. 

"En el sistema interno, todos los ciudadanos de Rusia y Belarús tenían una marca roja"

Daniil Nóvik estudió en la Universidad de Hradec Kralove, en la República Checa, especializándose en gestión de la información. Según él, los checos no tratan muy amablemente a los ucranianos. Daniil contó que, cuando viajaba en taxi, los conductores se quejaban de que los inmigrantes ucranianos "presionan por sus derechos y el gobierno los protege a todos".
Desde su primer año de estudios tuvo que trabajar en distintos ámbitos. Daniil fue camarero, barman y cocinero. A partir del segundo año empezó a trabajar en su especialidad y consiguió un empleo en un banco. Según él, los ciudadanos de Belarús y Rusia eran y siguen siendo convocados cada trimestre para rellenar un "formulario de no apoyo al terrorismo".

"En el sistema interno (del banco - nota de BelTA) todos los ciudadanos de Rusia y Belarús tenían una marca roja. Son clientes de alto riesgo. Y algunos bancos, los más grandes, durante algún tiempo simplemente se negaron a abrir cuentas a ciudadanos de Rusia y Belarús", relató Daniil Nóvik.

Tras regresar a Belarús, fue como si "volviera a respirar", porque había vivido en la República Checa toda su vida consciente.-0-
Síguenos en
X
Últimas Noticias de Belarús