Las visitas periódicas del Presidente de Belarús, Aleksandr Lukashenko, a Rusia y otros países de la CEI no sorprenden a nadie. De hecho, no iba a sorprender a nadie: históricamente, la mayor parte de la cooperación recae en los socios tradicionales con los que Belarús está vinculada por cuestiones de política común, economía, seguridad y cooperación humanitaria. En los últimos años, esto incluye a China y, en términos multilaterales, los esfuerzos activos de política exterior en las plataformas de organizaciones internacionales tan grandes e influyentes como la OCS y los BRICS. A pesar de las sanciones y la presión externa del Occidente colectivo, Belarús no hace más que reforzar su cooperación internacional, ampliando sistemáticamente el número de socios en el arco lejano. Belarús tiene intereses y posiciones bastante concretos en Asia, están surgiendo nuevos socios en África y continúa la interacción con los estados latinoamericanos.
Aleksandr Lukashenko es un invitado frecuente en el Gran Oriente Próximo, y mantiene relaciones sencillamente brillantes con muchos líderes de la región. Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Irán, Pakistán, Egipto... La lista puede ser continuada, pero sin duda incluye a Omán, con el que Belarús mantiene relaciones amistosas desde hace más de 30 años. Parece que ahora es el momento oportuno para que la cooperación con este país no se limite a aumentar, sino que alcance un nuevo nivel. Con este objetivo el Jefe de Estado belaruso se dirigió a Mascate para las negociaciones, y es la segunda en la historia visita a Omán a nivel más alto.
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