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09 Octubre 2025, 16:48

Un mes después de la cumbre de la OCS. Análisis pragmático de los ecos del evento  

Foto de la OCS
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La mayoría de los comentaristas expertos y mediáticos coinciden en que la 25ª cumbre de la OCS, celebrada del 31 de agosto al 1 de septiembre, confirmó el deseo de China de convertir gradualmente a la organización en un verdadero centro de la diplomacia euroasiática, la multipolaridad y la tecnología. Lo dijo a BelTA el analista del Instituto Belaruso de Estudios Estratégicos y director del Centro de Estudios de la OCS y los BRICS, Yuri Yarmolinski.

“El formato, la magnitud y la publicidad del evento, así como la nueva Iniciativa para la Gobernanza Global (que se suma a las anteriores sobre desarrollo, seguridad y civilización) reflejan la firme intención de Pekín de reforzar sistemáticamente el papel de la OCS en la política internacional, en particular como contrapeso a las instituciones occidentales”, señaló Yuri Yarmolinski.
El analista señaló que India demostró pragmatismo y autonomía estratégica en la cumbre: su participación en el foro se combinó armoniosamente con la búsqueda de garantías y nuevas oportunidades en las esferas de la seguridad y la economía en las relaciones con China. “La propuesta del primer ministro Narendra Modi de crear el Foro del Diálogo entre Civilizaciones subraya el compromiso constante de Nueva Delhi con el poder blando. La similitud de esta idea con la Iniciativa para la Civilización Global de China transmite una actitud de diálogo constructivo y una mayor normalización de las relaciones con el vecino oriental. Al mismo tiempo, se han trazado claramente las líneas rojas: la integridad territorial y la soberanía, y las relaciones con Pakistán. Cabe señalar que la participación de India hace que la OCS sea una plataforma más inclusiva y nivela los riesgos de dominio unilateral”, dijo. 
Al mismo tiempo, la interacción entre estos dos países, como antes, se ve objetivamente interrumpida por la competencia y la rivalidad en la región. Existen discrepancias en cuanto a las prioridades e intereses nacionales. La cumbre proporcionó a Nueva Delhi y Pekín un foro cómodo para reiniciar las relaciones y mejorar el clima de confianza estratégica, pero no eliminó las contradicciones fundamentales, está seguro Yuri Yarmolinski.
Además, los Estados de Asia Central (especialmente Kazajistán) ven en la OCS una fuente de inversiones, así como una cómoda plataforma de coordinación. Por ello, apoyan e inician la creación de centros especializados en seguridad, recursos hídricos e inteligencia artificial. “Al mismo tiempo, los países de la región actúan de forma pragmática y cautelosa: buscan ante todo beneficios económicos reales y tratan de reforzar su papel en la política euroasiática, entre otras cosas equilibrando sus intereses con otros centros de poder fuera de la organización”, subrayó el analista.
También añadió que la reorganización institucional completa de la OCS se enfrenta todavía a algunas limitaciones. La aplicación práctica de los documentos estratégicos adoptados (Estrategia 2035, hojas de ruta sobre IA, creación del Banco de Desarrollo, centros de seguridad) requiere recursos financieros, mecanismos jurídicos, una infraestructura de pago única y un consenso político sostenible entre los países miembros. 

“La estructura económica de la OCS sigue estando expuesta a riesgos de sanciones. Esto es especialmente crítico para los proyectos que necesitan financiación internacional. Para los países sancionados, la pertenencia a la OCS proporciona un “paraguas político”, pero no garantiza el acceso automático al capital y a la tecnología, lo que plantea la cuestión de la creación de un sistema para su transferencia dentro de la propia organización. Aunque el proceso de desdolarización y los pagos en monedas nacionales avanzan paso a paso, sin un sistema de pago multipolar común, el efecto será fragmentado”, acentuó Yuri Yarmolinski.

Así, la 25ª cumbre de la OCS en Tianjin consolidó el estatus político y simbólico de la organización como un polo importante y un foro multilateral de la diplomacia euroasiática, una plataforma promocional para mostrar modelos alternativos de gobernanza global, y dio impulso a la ampliación de la agenda multilateral. “Sin embargo, las innovaciones económicas e institucionales reales se estancarán hasta que aparezcan mecanismos supranacionales de financiación, proyectos multilaterales emblemáticos, una infraestructura de pago única y una mayor confianza mutua”, subrayó el experto.

Basándose en las conclusiones expuestas, así como en su propia percepción de los resultados de la cumbre, el analista propuso tres posibles escenarios de desarrollo de la OCS. El primero es conservador. Es posible a corto plazo. El escenario supone que, hasta cierto momento, la OCS seguirá siendo principalmente una plataforma multilateral de diálogo y coordinación, un lugar conveniente para sincronizar simultáneamente los relojes en las vías bilaterales. En el espacio de la organización se pondrán en marcha proyectos conjuntos individuales, pero no se producirá una rápida creación de una arquitectura de pagos y finanzas.

El segundo escenario posible es pragmático y moderado. Se considera realista a medio plazo. “Este escenario se basa en la hipótesis de que el Banco de Desarrollo comenzará a funcionar parcialmente, lo que estimulará la aparición de nuevos proyectos conjuntos de infraestructura, sobre todo en Asia Central, como núcleo geográfico de la OCS. Sobre la base del consenso de los países miembros clave, se pondrá en marcha un mecanismo de financiación, principalmente con la participación de China y Rusia”, supone el analista. 

El tercer escenario es ambicioso y transformador. Tiene poca probabilidad de producirse sin cambios geopolíticos. “La OCS se convierte en una alternativa eficaz a las instituciones financieras occidentales: el Banco de Desarrollo funciona eficazmente con normas claras de financiación y captación de capital, existe un mecanismo de pago multilateral en monedas nacionales y se coordina estrechamente la cooperación tecnológica. El grado de contradicción entre los grandes países participantes se reduce hasta un nivel óptimo. Están surgiendo acuerdos/proyectos bilaterales entre India, China y Rusia en los ámbitos de las finanzas, el comercio, la logística y la seguridad, que se integran en el marco organizativo de la organización. Como resultado, se refuerza considerablemente el poder institucional y la influencia de la OCS en Eurasia y en el mundo en general (con un papel clave de China), se proponen modelos alternativos de desarrollo y transferencia de tecnología y surgen centros conjuntos de I+D (investigación y desarrollo). Aumenta el nivel y la profundidad de la coordinación político-militar, se crean cadenas energéticas y logísticas realmente funcionales fuera de las brechas occidentales”, describió Yuri Yarmolinski este escenario.

“El tiempo dirá cuál de estos escenarios puramente expertos resultará más realista y viable. Los puntos débiles señalados anteriormente son, sin duda, problemas de crecimiento. Desde una perspectiva histórica, 25 años (el aniversario de la OCS, que celebraremos en 2026) para una organización internacional de este nuevo tipo son solo el comienzo de un largo camino. Es necesario seguir fortaleciendo el vínculo euroasiático o el espíritu de Shanghái, si hablamos en términos de la Carta de la OCS. En un contexto aplicado, la tarea principal para todos nosotros es cumplir las disposiciones de la Estrategia de Participación de la República de Belarús en la Organización de Cooperación de Shanghái, aprobada por el Jefe de Estado a principios de 2025”, resumió el analista.-0-
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